jueves, 3 de enero de 2008

El tren (20.4.2007)

El tren acaricia las vías
Como los dedos de un amante
Rodea los pezones endurecidos de su amada
Suave, firme, balanceándose.
Se detiene de tanto en tanto
y como la sangre a borbotones
un fluir de gente entra y sale.
A veces en ese deslizarse agita,
como la dama al rozar su pezón,
pellizcando.
Y sus quejidos se confunden
con el placer del balanceo.
Oscurece y a través de sus cristales
solo deja ver, destellos móviles,
como ella cuando entorna los ojos
y los abre para sorprenderle
con su mirada ardiente, de deseo.
No hay destino, ni tiempo
Mil paradas, para retomar el aire
ella como el tren, no desea parar
pero entonces se perdería el camino,
los paisajes, y el calor de los dedos
de su amado.
Lentos, suaves, balanceándose.

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